A la Luz de la Lamparilla (Prosa poética)

Thursday, June 07, 2007

TU DESIERTO


Perdidos en la niebla de la vida, amparados por las sombras de la noche, llegados por caminos diferentes, confluímos en el desierto de la soledad, recuerdas?
Tú llegaste de no sé dónde, qué más da, descalza de razones, desnuda de ilusión, cansada y desorientada, hambrienta de amor y sedienta de besos olvidados en un pasado rutinario.
Yo, sentado en el cruce de caminos, también sin norte, juro que no te esperaba, pero apareciste ante mí, nos miramos y, sin mediar palabra, nos pusimos en camino, sin mirar hacia atrás, en busca de un oasis deseado en el que poder reposar y descargar el penoso lastre con que la vida nos había regalado.
Lento nuestro caminar, fueron largas las jornadas en las que, apoyados el uno en el otro, siempre con el mismo objetivo en la mente, sorteamos dunas de incertidumbre y agotamos las últimas gotas de nuestro propio sudor. Fueron tensas noches silenciosas, en las que sólo nuestras miradas se encontraban, confundidas y deseosas, pero temerosas al tiempo, verdad?
Así, lentamente, en un despertar casi eterno, un mal día, divisamos el palmeral de las esperanzas truncadas. Locos, corrimos hacia él, saciamos nuestra sed, amamos hasta quedar ahítos y...olvidamos, sí, olvidamos.
Cuando, a la mañana siguiente, desperté, ya no estabas a mi lado. Un tímido rescoldo me mostraba los restos de un incipiente amor que habías arrojado al fuego de tus miedos.
Te supongo vagando, de nuevo, por ese tu desierto del que ya nunca saldrás. Únicamente, quizá, en tu amargo caminar, divises algún espejismo que te hará, si cabe, más duro el despertar.

Greco

Sunday, May 13, 2007

LA FLOR



Yo encontré una flor que lloraba, cautiva entre mil abrojos, a la orilla del camino. Era bonita y graciosa, delicada, gentil; era preciosa.
Vi el aroma en sus ojos, pugnando, impotente, por salir de entre la reseca maraña que la asfixiaba.
Mi cuerpo vibró con su desdicha. Presto, intenté, con mis ásperas manos, arrancar de raiz aquellos tallos que crecían, altivos, a su alrededor.
En mi ceguera, no reparé en que la flor había tornado su mirada, en un principio triste, por otra de amor y agradecimiento infinitos. Mi labor continuó por un tiempo inutil.
Cuando, al fin, dejé limpio u camino, me di cuenta de que la flor ya no respiraba. Sus ojos ya no despedían aroma y, entre mis rudas manos, se perdieron sus hojas rotas.
Mi vida fue más triste desde entonces.
Mis manos no sirven para acariciar una flor.
Greco

Saturday, April 28, 2007

TU MORADA



Hoy necesito, sentado frente a ti, abrir, de par en par, mi alma, de la que nada más que amor puede salir, como si de un manantial inagotable se tratara, del que, solo tú tienes la llave. Y no quiero que la pierdas ni la dejes colgada para que, herrumbrosa, quede en el olvido.
Hoy necesito pedirte, una vez más, que nunca dejes de beber en esa fuente que te brindo, que es tuya, puesto que no quiero reservar ni una gota de un amor que, solo a ti, pertenece.
Hoy quiero gritar a los cuatro vientos que te amo hasta sangrar; que, cuando te nombro, se extremecen los cimientos de mi ser; que tu recuerdo ha desbordado mi razón, anulada por la fuerza de un cariño que, de tan grande, a veces, pienso que no existe.
Cada noche, cuando, rendido, caigo en mi lecho, vienes junto a mí, hacemos el amor y acaricio tu cabello cuando, ahítos de amor, quedamos abrazados.
En fin, cuando despierto, veo que has marchado, pero tu aroma, como fiel testigo de tu ausencia, permanece en mi almohada.
Ya sé que es imposible que nuestro amor vea un amanecer. Ya sé que, como si de un fantasma se tratara, condenado estoy a verlo a mi lado con los ojos del alma.
Es por ello que la abro para ti, para que, cuando te sientas fatigada de tu caminar, sepas que te aguarda tu morada, plena de amor y sentimiento, de la que solo tú tienes la llave.
Greco

Monday, April 23, 2007

UN DESAMOR



Sencillamente, hoy no te he visto. No te he oído.
He desgranado, me he tenido que conformar con eso, el rosario de nuestros recuerdos.
Pero, no creas, eso no me ha llenado, ya que hoy no te he visto ni te he oído.
Solo he oído la lluvia que, recia, castigó mi espalda, aunque, eso sí, me dejó empapado de tu amor.
Quizá, como estoy lleno de él, al empaparme, me resbala.
Y es que no me cabe más. Es que ya me hace daño. Es que ya no sé qué puedo hacer con él, con tanto amor que no me cabe en el alma.
No te preocupes, alguna vez tendrás un hueo que te haya dejado un desamor. Ahí estaré yo, buscamé.
Greco

Tuesday, March 27, 2007

ALGAS



Esas algas..., qué me traen esas algas? Dibujan extrañas siluetas, subidas en las ondas que vienen a morir a la playa. Pero no acaban de reposar, cuando una nueva ola se las lleva. Es como si alguien que espera en otro mar, me las hubiese mandado y reclama una respuesta perentoria.
Algas..., caprichosas algas, vestidas con múltiples colores. Por femenina, suave al tacto, melosa y envolvente. Por cada mar pasado, de cada puerto, has recogido los aromas y me los traes a mí que estoy anclado en la pereza, varado en la penumbra de un incomprensible desamor.
Quién dices que me espera, alga? Que estás cansada? Que has venido con premura porque presto me reclaman?
Quédate un momento conmigo. Descansa. Yo te traeré nuevas olas cuando llegue tu momento de partir. No quiero seques en mi arena. Has de llevar mi respuesta al horizonte, más allá no veo nada.
Después, cuando estés presta para partir, hazlo y dile a quien te mandó que ya es tarde, que mi lastre me impide acompañarte. Que he cruzado los cien mares buscándola y ahora estoy cansado de remar. Que la quilla de mi barca se destrozó en el último arrecife en que encallé. A duras penas, dejándome llevar a lomos de delfines misteriosos, he llegado a esta isla, en cuya playa te he encontrado.
Dile, en fin, que venga aquí. Hay miel y coco y noches hermosas, arrulladas por la luna, sobre lecho de palma. Que cada grano de arena, en esta playa, despide amor.
Dile..., sí, que, sin conocerla, sé que existe, que me espera, que la siento.
Ahora sí, alga, se hizo tarde. Corre, apresúrate. Me queda poco tiempo y quiero que, cuando, al fin, cumplas con tu misión, mi corazón lata todavía para que, oyéndolo, sepa que me has encontrado.
Greco

Friday, March 23, 2007

NOCHE



He vuelto a ver lucir un sol que mi loca torpeza había apagado. Me he acercado a él, con temor, con el alma congelada por un tiempo amargo de tinieblas, sin saber cual sería su reacción y, lentamente, lo he notado penetrar, con sus vigorosos rayos, en mi piel.
He sentido que mi vida renacía de la nada en la que estaba asentada, y volvía a tener un aliciente.
Mi corazón, perdido en una noche sin fondo, al vislumbrar una tenue luz cargada de esperanza, ha llamado, con fuerza inusitada, en la cancela del alma, impaciente por volver a sentir, a seguir dando amor, a descargar la hiel acumulada en un tiempo indeseado.
Ahora, qué puedo hacer? Me da miedo mirar de frente al sol, aunque quiero que me abrase con sus rayos. Me da miedo dejar que se instale el corazón sobre arenas movedizas.
Y es que sé que los cimientos de tu amor han quedado seriamente dañados y mis manos, siempre torpes, dudo puedan reparar el daño causado.
Pero sí, hoy quiero ver brillar, de nuevo, el sol, sentir que sus rayos me acarician, que me invitan a salir del desconcierto. Hoy quiero amar y volver a ser amado. Quiero salir de toda noche oscura y fundirme con tu luz.
Greco

Tuesday, March 13, 2007

RECUERDAS?



Recuerdas? Eras una total desconocida, cuando, sin saber por qué, me abriste el alma.
Poco a poco, fuiste penetrando en mí sin dejar resquicio alguno por llenar. Te empapaste de mí y colmaste mi búcaro de ilusión. Fueron veladas interminables en las que la imaginación suplía, con creces, el listón que nos marcaba la propia lejanía.
Y, como no podía ser de otra forma, esa misma distancia nos unió hasta el punto de fundirnos en un extraño ser con dos cabezas, pero con un solo corazón.
Ahora, en mi buhardilla, mirando las buganvillas en flor que un día llegué a pensar tú regarías, recuerdo aquellas largas discusiones entre mi corazón y tu razón, en las que nunca salíamos del empate.
Una vez hubo en la que hasta hablamos de la muerte y yo me empeñaba en morir antes que tú, como si fuese algo que estuviese en nuestras manos... Yo te dije, recuerdas, que, en el caso en que tú te fueras antes que yo, sólo quería saber dónde esparcirían tus cenizas para ir a respirarlas, para que entrases en mí de forma definitiva.
Los imaginarios e interminables bailes, en aquella colina azul que juntos inventamos..., el olmo centenario en el que dejamos grabados nuestros nombres..., los besos consentidos que allí quedaron, enzarzados entre las ramas de los almendros..., aquella luna que, prudente, se ocultaba en los momentos de nuestra mayor intimidad, para volver a salir, como notario de un amor que sabíamos imposible...
Que recuerdos, verdad? A eso ha quedado reducido un tiempo ensoñado que no puede ser verdad que haya pasado, pero que nunca volverá.
Se hace de noche y las buganvillas se recogen. He de avivar el fuego. Sabes? Yo también tengo el alma helada.
Greco