A la Luz de la Lamparilla (Prosa poética)

Tuesday, March 27, 2007

ALGAS



Esas algas..., qué me traen esas algas? Dibujan extrañas siluetas, subidas en las ondas que vienen a morir a la playa. Pero no acaban de reposar, cuando una nueva ola se las lleva. Es como si alguien que espera en otro mar, me las hubiese mandado y reclama una respuesta perentoria.
Algas..., caprichosas algas, vestidas con múltiples colores. Por femenina, suave al tacto, melosa y envolvente. Por cada mar pasado, de cada puerto, has recogido los aromas y me los traes a mí que estoy anclado en la pereza, varado en la penumbra de un incomprensible desamor.
Quién dices que me espera, alga? Que estás cansada? Que has venido con premura porque presto me reclaman?
Quédate un momento conmigo. Descansa. Yo te traeré nuevas olas cuando llegue tu momento de partir. No quiero seques en mi arena. Has de llevar mi respuesta al horizonte, más allá no veo nada.
Después, cuando estés presta para partir, hazlo y dile a quien te mandó que ya es tarde, que mi lastre me impide acompañarte. Que he cruzado los cien mares buscándola y ahora estoy cansado de remar. Que la quilla de mi barca se destrozó en el último arrecife en que encallé. A duras penas, dejándome llevar a lomos de delfines misteriosos, he llegado a esta isla, en cuya playa te he encontrado.
Dile, en fin, que venga aquí. Hay miel y coco y noches hermosas, arrulladas por la luna, sobre lecho de palma. Que cada grano de arena, en esta playa, despide amor.
Dile..., sí, que, sin conocerla, sé que existe, que me espera, que la siento.
Ahora sí, alga, se hizo tarde. Corre, apresúrate. Me queda poco tiempo y quiero que, cuando, al fin, cumplas con tu misión, mi corazón lata todavía para que, oyéndolo, sepa que me has encontrado.
Greco

Friday, March 23, 2007

NOCHE



He vuelto a ver lucir un sol que mi loca torpeza había apagado. Me he acercado a él, con temor, con el alma congelada por un tiempo amargo de tinieblas, sin saber cual sería su reacción y, lentamente, lo he notado penetrar, con sus vigorosos rayos, en mi piel.
He sentido que mi vida renacía de la nada en la que estaba asentada, y volvía a tener un aliciente.
Mi corazón, perdido en una noche sin fondo, al vislumbrar una tenue luz cargada de esperanza, ha llamado, con fuerza inusitada, en la cancela del alma, impaciente por volver a sentir, a seguir dando amor, a descargar la hiel acumulada en un tiempo indeseado.
Ahora, qué puedo hacer? Me da miedo mirar de frente al sol, aunque quiero que me abrase con sus rayos. Me da miedo dejar que se instale el corazón sobre arenas movedizas.
Y es que sé que los cimientos de tu amor han quedado seriamente dañados y mis manos, siempre torpes, dudo puedan reparar el daño causado.
Pero sí, hoy quiero ver brillar, de nuevo, el sol, sentir que sus rayos me acarician, que me invitan a salir del desconcierto. Hoy quiero amar y volver a ser amado. Quiero salir de toda noche oscura y fundirme con tu luz.
Greco

Tuesday, March 13, 2007

RECUERDAS?



Recuerdas? Eras una total desconocida, cuando, sin saber por qué, me abriste el alma.
Poco a poco, fuiste penetrando en mí sin dejar resquicio alguno por llenar. Te empapaste de mí y colmaste mi búcaro de ilusión. Fueron veladas interminables en las que la imaginación suplía, con creces, el listón que nos marcaba la propia lejanía.
Y, como no podía ser de otra forma, esa misma distancia nos unió hasta el punto de fundirnos en un extraño ser con dos cabezas, pero con un solo corazón.
Ahora, en mi buhardilla, mirando las buganvillas en flor que un día llegué a pensar tú regarías, recuerdo aquellas largas discusiones entre mi corazón y tu razón, en las que nunca salíamos del empate.
Una vez hubo en la que hasta hablamos de la muerte y yo me empeñaba en morir antes que tú, como si fuese algo que estuviese en nuestras manos... Yo te dije, recuerdas, que, en el caso en que tú te fueras antes que yo, sólo quería saber dónde esparcirían tus cenizas para ir a respirarlas, para que entrases en mí de forma definitiva.
Los imaginarios e interminables bailes, en aquella colina azul que juntos inventamos..., el olmo centenario en el que dejamos grabados nuestros nombres..., los besos consentidos que allí quedaron, enzarzados entre las ramas de los almendros..., aquella luna que, prudente, se ocultaba en los momentos de nuestra mayor intimidad, para volver a salir, como notario de un amor que sabíamos imposible...
Que recuerdos, verdad? A eso ha quedado reducido un tiempo ensoñado que no puede ser verdad que haya pasado, pero que nunca volverá.
Se hace de noche y las buganvillas se recogen. He de avivar el fuego. Sabes? Yo también tengo el alma helada.
Greco

Saturday, March 03, 2007

VIEJOS RECUERDOS


Sentado a la lumbre de paja seca, abro ese viejo baul que, a todas partes, me acompaña.
Está lleno de recuerdos de un pasado, buenos, malos, sin sentido..., bueno, sólo recuerdos de un pasado, a veces alegre, otras triste, pero siempre solitario.
Tentado estoy de no airear esos recuerdos, pero es que ya no caben más en el baul, lo cual no sé si quiere decir que el mundo se me quedó pequeño y debo adquirir nuevo equipaje, o que mi camino es llegado a su fin, sin retorno.
De una forma u otra, abriré el el viejo baul que dará suelta a los viejos fantasmas de un pasado, otrora alegre y hoy indiferente.
De nada sirven los lamentos cuando el tiempo es ido. De nada sirve el llanto cuando tus lágrimas no tienen destinatario alguno.
De nada sirve secuestrar viejos fantasmas. Hay que dejarlos salir, que alivien tu carga y, si vuelven, recíbelos de nuevo, a fin de cuentas, son tuyos y te acompañarán toda tu vida.
Abriré, sí, el viejo arcón, ante el fuego purificador de tu recuerdo. Ya sabes dónde quedo; vuelve si quieres.
Greco

Thursday, March 01, 2007

LA ESPERA


Te veo en cada hoja que alfombra nuestro bosque. Ahora que estás lejos, que partiste de mano traicionera, te sigo sintiendo a mi lado, en mis paseos solitarios, bajo estos árboles que siempre acogieron nuestro amor.
Ahora, si los vieras, sabrías que rezuman amargura por las mismas vetas que, un día, encandilaron tus ojos.
Las hojas que piso ya no lloran, están muertas, como tú, y, a duras penas, se encogen y esconden su dolor para no aumentar el mío. Ya no alcanzan a contarme sus cuitas y yo, desgraciado, tampoco tengo nada que decirles.
Nunca el frío se había cebado en mi cuerpo como ahora. Mis lágrimas se hielan sin poder regar tu tumba y, ahí, encogido, esperando la mañana, quiero que me encuentres, si vienes a buscarme.
No quiero más techo que el que me proporcionan las estrellas que, sin duda, te rodean. No espero más luz que el destello de tus ojos. No deseo más calor que el que tus besos me den. No quiero más sonido que el latido de tu corazón, fundido con el mío. Mi alma marchó ya con la tuya.
Te espero, no me tardes. No me castigues con otra primavera.
Greco